Acordeón

Acordeón

lunes, 6 de octubre de 2008

DALIA

DALIA
Retrato a lápiz sobre marquilla.

DALIA

Dalia nació en el hospital Juárez el 18 de agosto de 1956 el día de Santa Elena. Esta niña gordita, de pelo muy negro, cuándo tenía 3 años sufrió una fractura en el cráneo que la marcaría para siempre con daño cerebral.
Un soleado día nos preparamos temprano. Don Gabis (mi papá) nos aviso que nos llevaría de paseo a Chapultepec; estábamos muy contentos. Yo quería peinar a Cheo, dejarle el pelo lisito, pero su pelo parecían púas de chayote, le puse limón y me dí por vencida, ahora no sería problema, los pelos parados están de moda; por el contrario a Ale y Gabis tenían el pelo mas manejable. Nos desayunamos y nos fuimos en un camión Roma Mérida- Chapultepec. Estuvimos jugando toda la mañana. En un momento dado llegamos a donde había columpios resbaladillas y sube y baja, ahí estuvimos un buen rato. Mi mamá llevaba bolillos, jitomate, cebolla, sardina y frijoles, se sentó en el pasto y comenzó a preparar tortas para comer, las envolvía en papel de estraza y mientras tanto nosotros felices con los juegos.
La niña Dalia quería subir a la resbaladilla, pero como era muy chica no la dejaban, ella insistió y mi padre me indicó que la cuidara en el ascenso, era una resbaladilla muy alta y en la parte superior sin protección en los lados. Subíamos y yo la sostenía de la ropa, con la mano derecha, a la altura de la cintura. Cuando ya estábamos en el penúltimo escalón, mi papá se preocupó y le pareció que yo no la estaba sosteniendo de la forma correcta y me comenzó a dar indicaciones a gritos. Mi reacción fue la de apretarla más, mi papá me decía que yo volteara para que viera la forma en que él me indicaba que debería sostenerla, yo estaba parada en las escalerillas de manera muy precaria una mano sobre Dalia y con la otra en el barandal, con ésta posición era imposible que yo hiciera contacto visual con mi padre. Él, muy enojado y con insultos me ordenó que volteara, al obedecer me distraje y solté a mi hermanita en el preciso momento en que ella se impulsó para ascender a la plataforma, se tambaleó y cayó de cabeza hacia el lado derecho. Cuando ella caía yo veía a los ojos a mi padre, el se quedó callado. Bajé rapidísimo y la levanté, tenía un hilillo de sangre en la nariz emitía una especie de gruñido y se convulsionaba, alguien me señaló una cabaña y me dijo que ahí había servicio médico fui corriendo como pude, la niña me pesaba mucho. El personal llamó a la Cruz Roja y mi madre se fue con ella en la ambulancia. Mi padre tomó las tortas que había preparado mi mamá acto seguido las tiró a la basura. Nos dirigimos en taxi al hospital. Mis hermanos y yo teníamos mucha hambre pero guardamos silencio.

REMBRANDT

Rembrandt- autorretrato